"Me ordenaron no hablar e informaron que desde ese momento se me identificaría con el número 55". "Los guardias impresionaban por su crueldad, ferocidad e inhumanidad". "Cavaron un hoyo. Luego de poner pedazos de ladrillos, me introdujeron y taparon con tierra, salvo la cabeza. Tenía la sensación de que mis brazos y piernas se quebraban y mis órganos estallaban. Cuando me bañaron resucité, porque de esos cinco días que permanecí enterrado no recuerdo nada, estaba muerto". "El lema de (Antonio Domingo) Bussi era: 'es preferible asesinar a un inocente, antes de que se escape un subversivo'". El relato del médico y ex rector del Colegio Nacional de Aguilares Alberto Augier fue escalofriante. Ayer, en el Tribunal Oral Federal (TOF) comenzaron a escucharse los primeros testimonios relacionados con el ex Arsenal, que se cree fue el centro de detención y exterminio más grande del NOA. En el marco de la megacausa por crímenes de lesa humanidad "Arsenales II-Jefatura II", ya se había concluido con casi todos los testigos de casos de la ex Jefatura.
Las palabras de Augier fueron incorporadas por lectura porque ya falleció. Se leyó un documento elaborado por él titulado "Mi purgatorio o ¿el infierno?". Con palabras simples y detalles cruentos, contó cómo fue secuestrado el 29 de octubre de 1976 y en qué condiciones permaneció en cautiverio en el Arsenal durante cinco meses.
Por el tiempo que pasó allí, pudo precisar cómo estaba organizado el sitio, cada uno de los métodos de torturas y al menos una veintena de personas que vio o que supo que estuvieron en esas mismas condiciones. Entre estos últimos, mencionó a un hombre de apellido Maldonado, al que habrían secuestrado junto a su hijo de 11 años. "Lo torturaron y golpearon pidiéndole que confesara. El chico, en medio del llanto, le decía: '¡Papá contestá!'. Después de más de una hora, le dispararon en la cabeza delante de su hijo, quien nos acompañó más de un mes. Se lo llevaron, ignorando su suerte", resumió. También dijo haber escuchado a los guardias hablar del ex senador Damián Márquez, cuyos restos fueron identificados en una de las fosas halladas en ese lugar.
Augier explicó que le preguntaban por una carta que habría enviado a Luciano Benjamín Menéndez, a quien conocía, sobre la difícil situación económica de los trabajadores tucumanos. "Me preguntaban si había enviado una carta a Menéndez, pasando por sobre la autoridad de Bussi. Que yo era un espía de Menéndez y que no lo podían permitir. También si era padre de la 'Kika', mi hija Nélida, a quien no veía desde 1969", especificó (su hija fue una de las fundadoras del ERP). Augier fue liberado en abril de 1977.
Antes de Augier, había prestado declaración la jueza Liliana Vitar, abogada de derechos humanos que acompañó a familiares de desaparecidos en sus peregrinajes por la Justicia y quien fue asesora de la comisión investigadora bicameral tras la vuelta de la democracia. La presidenta de la Asociación de Magistrados, como testigo general, brindó detalles del funcionamiento de ese organismo y de las conclusiones a las que se llegó. Marcó al "secreto, la clandestinidad, y la impunidad" como aspectos de la metodología represiva. Consignó que funcionaron al menos 33 centros clandestinos y que, entre 1984 y 1985 recibieron 487 denuncias de liberados y de familiares de desaparecidos. "La comisión concluyó que hubo un plan sistemático llevado a cabo en la provincia por todas las fuerzas armadas en coordinación. La dignidad humana fue pisoteada", finalizó.